viernes, 18 de agosto de 2006

Informe número 27 - Balance provisorio del conflicto del Líbano

(UP) 18 Ago 2006, Jerusalén.
Parecería que tras el cese de fuego basado en la reciente resolución 1701 de la ONU, ha llegado la hora de contar los tantos. Pero la pregunta es ¿que tantos? Los balances que abundan en los medios estos días, en realidad se parecen más a aquellas competencias de tiro al blanco en las que los arqueros corrían a dibujar el blanco alrededor de la flecha previamente disparada.

Para hacer un balance honesto habría que establecer de antemano cuáles serán los criterios a evaluar. Los criterios son diversos y múltiples, si bien dudaría al hablar de pérdidas y ganancias. Probablemente todos han perdido de alguna manera.

En mi opinión, todo hace pensar que un balance final es más que prematuro. Para ello será necesaria la perspectiva del tiempo. El futuro pondrá en claro los procesos que se desencadenarán a partir de este ultimo conflicto.

En definitiva en Medio Oriente una victoria militar puede desencadenar verdaderos desastres políticos (la Guerra de los Seis Días, la actual Guerra de Irak) mientras fracasos militares pueden desembocar en avances políticos que hasta incluyen acuerdos de paz (la Guerra de Yom Kipur, la Guerra del Golfo en 1991). No quiere decir que es preferible perder, sino que en esta región el desafortunado en la guerra es a veces afortunado en la diplomacia, y viceversa.

Veamos entonces el balance provisorio, con énfasis en los aspectos estratégicos de la geopolítica regional, más alla de logros y fracasos tácticos a corto plazo, en ambos lados.

¿Qué pudo considerarse una derrota para Israel?
Pese a que algunos describen el resultado del último conflicto en el Líbano como una derrota israelí, veamos en que caso pudo este haber terminado con una verdadera derrota o por lo menos una seria complicación, desde el punto de vista israelí (por orden de gravedad):

  • Toma de más rehenes israelíes durante los combates en el Líbano.
  • Operaciones militares de envergadura por parte de Hizbulá (invasión a territorios israelíes, ataques a bases militares israelíes, daños a instalaciones estratégicas, por ejemplo: las destilerías petroquímicas de Haifa).
  • Detereorización político-militar en el frente israelí-palestino (renuncia de Abu-Mazen, enfrentamientos masivos en Gaza y Cisjordania).
  • Crisis diplomática internacional (condena y/o sanciones a Israel en el Consejo de Seguridad o en el Parlamento Europeo).
  • Prolongación de los combates hasta caer en una guerra de desgaste mientras Israel continúa la ocupación de territorio libanes.
  • Crisis en el gobierno libanes y caída de Fuad Seniora, quien está al frente de un gobierno pro-occidental (que en abril de 2005 logro expulsar a las tropas de ocupación sirias del Líbano), para ser reemplazado por un gabinete pro-sirio, o peor aún, pro-iraní.
  • Ampliación del conflicto bélico con Hizbulá, es decir, la incorporación de países árabes (por ejemplo: Siria y/o Iran) al frente de combate contra Israel.
  • Crisis diplomática frente a países árabes moderados (desde condena y retiro de embajadores hasta ruptura de relaciones diplomáticas por parte de Egipto, Jordania, Qatar, Marruecos, Tunecia).
Todo esto no ocurrió, o por lo menos no por el momento.

Los saldos negativos a Israel: a la hora del balance provisorio hay una lista de hechos lamentables desde el punto de vista israelí:

  • Los dos soldados secuestrados por Hizbulá y que fueron la causa declarada de esta guerra, siguen aún en cautiverio.
  • No se logró el desmantelamiento de Hizbulá como milicia autónoma e independiente del Ejercito Nacional del Líbano y si bien se le ha alejado por el momento del límite de frontera israelí, éste mantiene aún sus fuerzas en la zona que va desde el sur de Beirut hasta el río Litani.
  • No se ha desmilitarizado aun el sur del Libano, las fuerzas multi-nacionales de la ONU están aun por desplegarse en la zona y la amenaza de nuevos disparos de cohetes/misiles de Hizbulá sobre el norte de Israel sigue vigente.
Además, al cabo de más de un mes de combate los números dicen asi:

  • 4000 cohetes/misiles han caído sobre poblaciones civiles israelíes
  • más de 600 israelíes heridos
  • más 120 soldados israelíes muertos
  • casi 50 civiles muertos (de los cuales un tercio son árabes de la Galilea)
  • más de un millón de israelíes en refugios durante más de un mes
  • más de 1.000 libaneses muertos (incluidos miembros de Hizbulá)
  • ciudades importantes del norte de Israel, como Naharia o Kiryat Shmona, han sido evacuados por más del 70% de sus habitantes durante el reciente conflicto debido a los intensos bombardeos (cohetes/morteros/misiles)
  • por primera vez desde 1967 una nave de guerra israelí es blanco de un misil. Y no una nave menor la afectada por Hizbulá sino la mejor nave de guerra israelí y la considerada de las mas sofisticados del mundo, con helicóptero a bordo y demás equipos
  • Israel perdió un helicóptero en combate, otros dos más y un avión en accidentes aéreos sobre territorio israel
¿Hasta que punto se considera este conflicto de magnitud en relación a anteriores en la región?

En los primeros 3 meses de la primera guerra del Libano en 1982 murieron 400 soldados israelíes y 10.000 libaneses-palestinos. Pero aún así, las cifras del reciente conflicto están lejos de ser consuelo. Esta guerra (como todas) ha sido atroz.

Podríamos agregar a esta lista dos "golpes menores" a la diplomacia israelí, la ruptura de relaciones diplomáticas de Venezuela con Israel y la mudanza de la embajada de Costa Rica, de Jerusalén a Tel-Aviv.

¿Qué ha logrado Israel al final de este conflicto?
Para evaluar los resultados del conflicto es necesaria una comparación entre los objetivos propuestos y los alcanzados:

Con respecto al Líbano: en su publicación póstuma, "De la Guerra", el general prusiano Karl von Clausewitz decía que la guerra constituye un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad. Sin mas ni menos, Israel se propuso modificar militarmente el balance de fuerzas internas e internacionales para lograr así la implementación de la resolución 1559 que la ONU adopto en el año 2004, y que exigía el desmantelamiento de Hizbulá como milicia armada autónoma e independiente del ejército nacional del Líbano y la restauración de la soberanía libanesa por parte del gobierno central sobre todo su territorio (incluido el sur que limita con Israel). De esta manera Hizbulá habría dejado de ser un estado chiíta autónomo dentro del estado del Líbano.

Para lograr militarmente su objetivo Israel ataco principalmente zonas de influencia chiíta-Hizbulá (ver en el mapa los blancos de ataque).


Las regiones de influencia suníta, maroníta, drusa, etc, casi no han sido objeto de ataques israelíes en este conflicto (ver en el mapa las zonas correspondientes).


Al final del conflicto la situación política interna del Líbano ha permitido que el frágil gobierno central extienda su soberanía sobre todo su territorio (incluido el sur que limita con Israel).

Así, esta ultima semana tropas del gobierno central de Beirut está retomando el control del sur del río Litani, una zona controlada desde hace 40 años por milicias palestinas primero (hasta 1982), después por Israel (hasta 2000), y finalmente por Hizbulá.

En el plano internacional la situación es diferente. Israel esta aún luchando para lograr una victoria política-diplomática frente al Libano, que no ha logrado militarmente frente a Hizbulá.

Como a menudo ocurre, a la ONU le es más fácil adoptar resoluciones que implementarlas. La reciente resolución 1701 de la ONU determino el establecimiento de una zona desmilitarizada en la franja de 18-20 km (depende del punto de referencia) entre el río Litani al sur del Libano y la frontera de Israel. Esta zona estará bajo control conjunto de tropas libanesas e internacionales que harán las veces de aislante entre la milicia chiíta libanesa Hizbulá (y por lo tanto Iran) e Israel (y por lo tanto, EEUU y Europa) y asi se evitará convertir la frontera entre Israel y Líbano en zona de constante fricción.

La resolución 1701 exige expresamente el desarme de Hizbulá, pero esto no parece próximo de llevarse a cabo y ni siquiera la "robusta presencia de fuerzas internacionales de paz" que proponía esa resolución esta en vías de concretarse. Incluso Francia, patrocinadora de la resolución no está dispuesta ahora a enviar contingentes importantes, poniendo seriamente en peligro el cese de fuego logrado.

El temor israelí es que ante la falta de apoyo internacional al gobierno central de Beirut y la escasa participación internacional en la tropas de la ONU, sea en definitiva Hizbulá quien logre desmantelar al ejército libanes… Basta ver este sugestivo titular para percibir la fragilidad de la situación (ver imágen).


Con respecto a Hizbulá: Israel se propuso debilitarlo militarmente reduciendo de manera significativa su sofisticado arsenal de cohetes y misiles de largo alcance. El objetivo no ha sido destruir "hasta el último misil de Hizbulá", cosa imposible de conseguir, sino debilitarlo y, sobre todo, crear las condiciones para una solución política tipo la que se ha alcanzado con la resolución 1701 de la ONU.

De hecho, en el mejor de los casos Israel consiguió destruir solo 70-80% del armamento balístico de largo alcance. A diferencia de la capacidad israelí de intercepción de misiles balísticos que tardan largos minutos en el aire hasta que llegan a su objetivo, es poco lo que se puede hacer con la tecnología militar existente cuando alguien dispara un revolver, o un morteros de corto alcance (Katiusha, Kassam). Ni correr ayuda. Excepto Superman.

En esto se basa el exitismo de Hizbulá. Presentar la Katiusha como armamento novedoso podrá ser muy eficaz en términos de propaganda y opinión pública, pero es más que exagerado. Es más, disparar a ciegas sobre poblaciones civiles casi 4.000 morteros/cohetes/misiles para "apenas" matar casi 50 israelíes no es prueba de armamento sofisticado ni genialidad militar.

La Katiusha es un armamento de procedencia rusa que fue usado por primera vez en 1941 durante la segunda guerra mundial. Su capacidad de lograr imponer resultados en un conflicto armado es tan y aún más limitada que los masivos bombardeos de Israel. Ambos dan golpes morales, destruyen poblaciones, matan inocentes, destrozan infraestructuras. La diferencia entre ambos métodos es "sólo" cuestión de volumen de potencial destructivo.

Además del debilitamiento militar de Hizbulá, Israel se propuso alejar la presencia armada de Hizbulá del sur del Líbano para evitar, en el futuro, nuevos roces (francotiradores, secuestros, lanzamiento de proyectiles) en la zona fronteriza. Hasta un día antes del reciente conflicto era este un problema exclusivamente israelí. Tras el conflicto, este pasó a ser un dolor de cabeza compartido por el gobierno de Beirut, la ONU, la Unión Europea, la G-8 y la Liga Arabe. En ese sentido la internalización del conflicto, táctica tradicionalmente árabe, juega ahora a favor de Israel.

Para que retorne la calma a la frontera todos en conjunto tienen que controlar la actividad de Hizbulá. Sino nuevamente se encargara de ello Israel. El debilitamiento militar de Hizbulá buscado por Israel se debe reflejar también en el equilibrio de fuerzas políticas dentro de la sociedad libanesa. Tras el conflicto reciente Hizbulá acepto el cese de fuego y los términos de la ONU (excepto su desmantelamiento). Queda claro que sus líderes tratan de mantenerse vivos políticamente, y para eso están dispuestos a pagar el precio, es decir, han tenido que ceder su reino, el sur de Líbano.

Efectivamente, en el futuro Hizbulá difícilmente podrá auto-proclamarse defensor del Líbano cuando no ha logrado evitar la destrucción masiva de infraestructuras por parte de Israel. Al contrario, en defensa de sus intereses sectoriales Hizbulá arrastró a todo Líbano a una aventura que en realidad, era evitable.

En este sentido, tras el reciente conflicto es mucho más legítimo el cuestionamiento por parte de los diferentes sectores libanes, del supuesto rol de Hizbulá como vocero de todo Líbano. Recién ahora es la voz del gobierno central que se esta haciendo escuchar y es este quien centraliza la actividad diplomática, económica, política y utimamente también militar.

Pese a todas las ventajas señaladas, la solución política lograda esta basada solo en una resolución de la ONU y no en acuerdos bilaterales. Es mas, esa resolución decretó el cese de hostilidades pero no necesariamente la paz en Líbano. Tampoco se han establecido mecanismos para imponer los términos de la resolución o sanciones si una o ambas partes ignoran o violan sus exigencias.

Queda aun por ver y comprobar si la resolución 1701 tendrá un futuro mejor que decenas de resoluciones anteriores que ha adoptado la ONU sobre el Medio Oriente y que adornan un agobiado portafolio que interesa solo a historiadores y periodistas.

Con respecto a Hamás: por un lado es cierto, las calles de Gaza están llenas de retratos de Nasrallah. En el mismo clavito había antes retratos de Naser, Kadafi, Arafat, Sadam Hussein, Sheij Yassin y Bin Laden…
Es más, sectores palestinos observan con interés la eficacia con la que misiles anti-tanques han causado perdidas humanas israelíes y destrozado blindados. Sin duda también aspiran a pertrecharse con ese armamento ruso-iraní para usarlo en Gaza y Cisjordania en un futuro.

A nivel político en cambio, por el momento pocos son los réditos que ha obtenido Hamás gracias al conflicto de Israel con Hizbulá. El secuestro de soldados no ha recibido legitimización a nivel internacional. La resolución 1701 exige la liberación inmediata e incondicional de los rehenes israelíes. En cambio, en las últimas semanas Israel ha puesto en prisión a 4 ministros del gabinete de Hamás y 28 miembros del parlamento, incluido el jefe del parlamento y el vice-primer ministro. Se supone que si de tomar rehenes se trata, todos estos serán liberados a cambio del soldado secuestrado por Hamás el 25 de junio último.

Lamentablemente la causa palestina continúa varada a nivel internacional.

Los verdaderos alcances del conflicto con Hizbulá en el plano bilateral israelí-palestino se pondrán a prueba en el futuro, cuando llegue la hora de avanzar en las negociaciones de paz. La esperanza de Israel es que el debilitamiento político de Hizbulá en Libano traerá no solo mejoras estratégicas para Israel en la frontera libanesa sino también en el frente palestino puesto que indirectamente también Hamás se debilitará. En función de esto, en el futuro se podrá avanzar en el plano palestino, mediante elementos palestinos moderados y pragmáticos que podrían recuperar importancia, ya sin el veto fundamentalista que ha venido boicoteando toda posibilidad de avance en la solución de la cuestión palestina con atentados suicidas desde 1995.

De todas maneras, tras el reciente conflicto con Hizbulá queda claro que la retirada israelí unilateral como modelo de solución será descartada en el futuro. No sólo porque la retirada unilateral de Israel del Libano en el año 2000 fue pregonado por Hizbulá como logro propio y fuente de inspiración para Hamás quién continuó con sus ataques después de la retirada de israelí de la Franja de Gaza en 2005. Hoy en día no hay apoyo político en Israel para soluciones unilaterales en Cisjordania.

Entre junio de 2006 (crisis con Hamás en la frontera de la Franja de Gaza debido al secuestro del soldado israelí) y el 12 de julio (crisis con Hizbulá debido al secuestro de otros soldados israelíes) se llegó a un complicado callejón sin salida. Israel se vio debilitada y hostigada en dos frentes simultáneos, por fuerzas islámicas solidarias (Hizbulá-Hamás) y ante el riesgo de verse como Gulliver, estacada con piolines.

La negativa a negociar por los rehénes y la ofensiva militar han sido la manera de sacarse los dos frentes de encima y recuperar la capacidad de maniobra. Con esto quiero decir que al menos en teoría, ahora un gobierno israelí inteligente podría aprovechar esta coyuntura para promover la reanudación de los contactos diplomáticos con Fuad Seniora en Libano y Abu-Mazen aquí en Ramallah, intentando llegar a acuerdos con los moderados-pragmáticos para buscar soluciones bilaterales, sino ya multilaterales.

Al gobierno israelí se lo puede culpar de muchos errores pero no de exceso de inteligencia.

(UP) desde Jerusalén

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